Parece que la llegada de los caballeros templarios a tierras gallegas tuvo lugar a mediados del siglo XII: en un documento del monasterio benedictino de Celanova, de 1142, figuran unos denominados “seniores cavallaria de Iherusalem”.
Pero su casa principal en el reino gallego se establecerá en una localidad llamada Burgo de Faro (repartida actualmente entre los municipios de Cambre y Culleredo).
Se cree que fue el conde Fernando Pérez, de la poderosa familia de los Traba, quien los introdujo en este lugar, hoy conocido como Mariñas dos Freires, en las inmediaciones de la ciudad de A Coruña.
Fernando, que aparece titulado en ocasiones como “conde de Galicia”, estuvo unido sentimentalmente a la reina Teresa de Portugal; ésta, incluso antes de la celebración del Concilio de Troyes, en el que se aprobará la regla primitiva de la Orden del Temple, hace varias donaciones a los templarios en Portugal, que confirma el conde Fernando.
El noble gallego peregrinará en dos ocasiones a Tierra Santa; es muy probable, pues, que allí profundizara en sus relaciones con la Orden. Hay hipótesis de que bien pudo ser el mismo Fernando el que trajo de Jerusalén una “hidria de Canaan” que se conserva en la actualidad en la iglesia de Santa María de Cambre-, elaborada, como está suficientemente probado, en un taller patrocinado por los templarios en Jerusalén.
También cabe la posibilidad de que fuesen los propios caballeros los que hubiesen traído la “hidria”: al parecer, existe la tradición de que originalmente estaba en la iglesia de Santa María del Temple –la iglesia de la Orden- siendo trasladada a la de Cambre siglos después.
Por tanto, es lógico pensar que al conde Fernando le interesaría que los monjes guerreros se estableciesen en el Burgo de Faro, en esta época –mediados del siglo XII- un pujante núcleo urbano y portuario.
Como ya dijimos, aquí la Orden del Temple fundaría su sede más relevante, no sólo del reino de Galicia sino de toda la Corona de Castilla: la bailía de Faro. No será la única. La extensión de las propiedades templarias a lo largo de Galicia la llevará a crear otros asentamientos, otras bailías:
En la actual provincia de A Coruña, creará las de Betanzos, San Sadurniño (en la zona de Ferrol) y Lendo (en el ayuntamiento de A Laracha, comarca de Bergantiños).
En la provincia de Lugo, las de Sanfiz do Hermo (municipio de Guntín), Neira (municipio de Láncara) y Canabal (municipio de Sober).
En Ourense, creará la bailía de Amoeiro, en el municipio del mismo nombre.
Y en la provincia de Pontevedra la bailía de Coia (actualmente un barrio de la ciudad de Vigo).
Todas estas bailías están estratégicamente emplazadas: en los caminos de peregrinación a Compostela -tanto el camino francés como los secundarios (inglés, vía de la plata..)- y en puertos de mar.
Estas bailías administraban numerosas propiedades: casas, iglesias, montes, leiras, etc., estando al frente de ellas un comendador. Se ocupaban también de proteger a los peregrinos: la de San Sadurniño, por ejemplo, tenía un hospital.
La vida de los templarios gallegos, como la de sus hermanos de otros reinos hispánicos, transcurrirá con calma hasta que, en 1308, se inicia en Francia, a iniciativa del monarca Felipe El Hermoso, un fraudulento proceso judicial. Detenidos y encarcelados por sorpresa, los caballeros templarios son acusados de comportamientos heréticos, de practicar la sodomía, etc. Sometidos a terribles torturas, algunos, entre ellos el gran maestre, Jacques de Molay, admiten las acusaciones.
La noticia se propaga por toda Europa y el pontífice Clemente V, presionado por el monarca francés, extiende las investigaciones a los otros reinos, ordenando que los bienes templarios, mientras no se resuelva el problema, sean custodiados por los respectivos monarcas.
En la Corona de Castilla, en 1310, los templarios son convocados a declarar en Medina del Campo, donde son interrogados. También se celebró un auto de declaración en Ourense, del que sólo se conserva la noticia.
La importancia de la Orden del Temple en Galicia se manifiesta en que, del centenar de templarios residentes en en los reinos de la Corona de Castilla que son convocados a declarar, la mitad habitaban en tierras gallegas.
Este mismo año, un concilio celebrado en Salamanca los declara inocentes de toda culpa. Y los mismo pasará en los otros reinos europeos, en los cuales había causado una enorme sorpresa la acusación de la que eran objeto.
Pero Felipe el Hermoso, que actuaba movido por obscuros intereses -el tesoro de la corona francesa estaba empeñado en el Temple de París- respaldado por un alto clero vinculado familiarmente con él, en algunos casos, ordena que empiecen las ejecuciones, siendo muchos los templarios que perecen quemados en la hoguera.
Jacques de Molay en la hoguera |
Temeroso por su vida, Clemente V se deja llevar y convoca en 1312 un concilio en la ciudad francesa de Vienne, al que asiste mayoritariamente la clerecía francesa. Los templarios, que ya se habían retractado de sus declaraciones, manifestando que fueran fruto de las torturas, ya habían organizado su
defensa jurídica. Pero en el concilio no se les permite defenderse, y el papa toma la decisión de suspender “a divinis” a la Orden del Temple.
Clemente V |
Los bienes de las bailías gallegas pasan en un primer momento a las manos de Fernando IV, que ya había repartido anteriormente algunos de los castillos de la Orden. Aunque Clemente V asigna los bienes templarios a la Orden del Hospital, en la Corona de Castilla se produce un tira y afloja entre los monarcas y los hospitalarios, que solo recogerán unas migajas.
Permanecen, pues, en manos realengas los bienes templarios en Galicia, hasta que Alfonso XI le entrega a Pedro Fernández de Castro los bienes que la Orden había tenido en Galicia y León, aunque la documentación posterior demuestra que hubo un constante goteo de donaciones.
Otro Castro, Fernando, le deja a su mujer, a mediados del siglo XIV, diversos territorios. Solo en el último tercio del siglo XIV comenzarán los Andrade a hacerse con la posesión de muchos de los bienes templarios, y no ya
en 1312, como afirmó Murguía, al que siguieron todos los investigadores posteriores.
Castillo de Ponferrada |
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